Como apuntaba en mi anterior entrada, la razón última que se invoca para no subir las pensiones es muy simple: no hay dinero para ello porque -se dice- el número de cotizantes es cada ver menor, ya que se está produciendo un doble fenómeno con dos caras excluyentes: por un lado, menos gente trabaja y por tanto menos cotizaciones ingresan en las cuentas de la Seguridad Social; y, por otro, cada vez es mayor la esperanza de vida del ser humano, por lo que aumenta el número de potenciales pensionistas. El resultado final es indiscutible: a menos ingresos por cotizaciones con mayor número de acreedores pensionistas, las pensiones o se congelan o se reducen. Pero esta conclusión que aparentemente es cierta, parte de una base que se considera inamovible cuando no lo es.
En efecto, la situación deficitaria de las cuentas de la Seguridad Social arranca de la idea que un buen día tuvieron los políticos hace años de separar las cuentas del Estado de las cuentas de la Seguridad Social, para que estas últimas funcionaran autónomamente, de forma que las pensiones se pagarían con los ingresos por cotizaciones. Mientras el número de cotizantes fue alto no surgieron prolemas. Incluso el gobierno de Aznar creo el Fondo de Pensiones, denominado " hucha", el que en teoría se irían acumulando fondos para que en caso de que las cosas cambiaran poder pagarlas. Ello, en realidad, era falso porque con tal Fondo sólo se puede hacer frente a las pensiones de un año.
La solución es fácil: la vuelta a la situación inicial, que el Estado vuelva a garantizar las pensiones de todo pensionista (me remito a lo indicado en mi anterior entrada sobre las pensiones de los funcionarios o clases pasivas). ¿Cómo? Pues de la única manera posible, es decir, gravando con nuevos impuestos a los que más ingresos tienen. Pero sobre todo gravando a las rentas del capital y no como hasta ahora a las rentas del trabajo. Si no hay dinero en estos momentos en las cuentas propias de la seguridad social para garantizar las pensiones y para actualizarlas con el IPC real, se suben los impuestos en la medida necesaria para hacer frente a ese gasto. Si no se hace es porque realmente no se quiere hacerlo. Y como complemento del incremento de impuestos se reducen los gastos corrientes del Estado (en su sentido amplio: estatal,Comunidades Autómomas, Ayuntamientos) cosa que no se ha hecho después de casi un año de gobierno del señor Rajoy.
¿Cuantas empresas públicas innecesarias se han suprimido? Cuatro de 89 que se decía sobraban. ¿Cuantos organismos innecesarios siguen existiendo? Como ejemplo de organismos suprimibles acabo de leer la existencia de la Camara de Cuentas de la Comunidad, que tiene 7 miembros con buen sueldo y coche para cada uno de los Vocales y ha realizado en 2011 un total de 11 Informes. ¿Y para cuando ponemos fin a puestos como el defensor del ciudadano, defensor del universitario, del anciano, consejos consultivos, etc.etc. ¿Quién dijo que no se puede ahorrar más en gastos públicos corrientes?
Lo cierto es que se puede ahorrar mucho más de lo que uno se imagina, pero hay que querer hacerlo realmente.
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