Trato de entender lo que está pasando en la Fiscalía Anticorrupción y me cuesta encontrar una explicación lógica a todo lo que les periódicos nos cuentan- verdad o ficción - de lo que allí está ocurriendo: una sublevación de parte de los fiscales que la integran contra el nuevo fiscal jefe nombrado hace unos meses.
Mi dificultad de compresión posiblemente sea culpa exclusiva mía, que todavía tengo la idea de cómo era una Fiscalía, allá por el año 1969, cuando di mis primeros pasos como Fiscal en la Fiscalía de Oviedo. Los cambios han sido tan esenciales que me cuesta creer que he sido Fiscal, si lo comparo con la forma de actuar que tienen hoy los Fiscales.
En aquellos lejanos tiempos, todo escrito de acusación que un fiscal hacía tenía que tener el Visto Bueno del Fiscal Jefe, - que era quien marcaba la ruta- si no estabas de acuerdo llevabas la discrepancia a la Junta de Fiscales y si seguías en desacuerdo, pedías que se te diera por escrito la orden de acusar o actuar de una forma determinada contraria a tu parecer.
Puedo afirmar que hasta el año 1977- que deje la Fiscalía y pase a la Carrera Judicial-, jamás ningún Fiscal Jefe me impuso su criterio y eso que el primero que tuve era un conocido y reconocido franquista, antiguo gobernador civil en dos provincias, pero que sus ideas no las trataba de imponer a los fiscales.
Ahora la cosas son de otra manera- hay variadas Fiscalías especiales(Anticorrupción, Seguridad Vial; Seguridad en el Trabajo, Violencia de Género) con escasa utilidad práctica- y sucede cosas tan curiosas que un fiscal tome la iniciativa de querellarse contra alguien sin ponerlo previamente en conocimiento del Fiscal Jefe. Y que las discrepancias se lleven a la prensa o a las tertulias televisas o radiofónicas, que son el nuevo Parlamento en la nube; todo en descrédito de una institución que debía ser ejemplo de confianza y seguridad para el ciudadano.
La organización y funcionamiento del Ministerio Fiscal siguen siendo similar a la anterior a 1978; ningún gobierno quiere renunciar a su poder de manejo del Fiscal General del Estado y su nombramiento recae siempre en personas de las que se presume su fidelidad o docilidad a quien las nombras y por eso la aireada imparcialidad del Fiscal, no deja de ser un chiste. Para que el Fiscal fuese de verdad independiente del Gobierno hay que empezar por cambiar el art. 124.3 de la Constitución que señala que El Fiscal General del Estado , será nombrado por el Rey a propuesta del Gobierno; así que ninguna esperanza de cambio es razonable; todo, lamentablemente,va a seguir igual